Almuerzo con las tías!

Las tías nos han invitado a almorzar, decidimos llegar temprano, esperando que nos preparen desayuno porque nos dio pereza  preparar el nuestro en casa.

Obvio que saben que la llegada temprano no es gratis, pero ya han tomado chocolate con pan más temprano y están ahorrando energía para preparar el almuerzo al que nos han invitado. Con las tripas sonando nos vamos a la sala en donde la tía Pocha ha dispuesto el viejo juego de parqués.

Como siempre la pelea por el color de las fichas, me deja defendiendo las amarillas. Odio ese color, pero jugaré con él. La tía Magola viene también a participar del juego, ella jugara con las rojas, toda esa pelea para saber que va a estar con un ojo en el juego y el otro en los preparativos del almuerzo. Ni siquiera va a jugar bien.

Magola es la única de mis tías que cocina poco y cuando descubrimos que ella está al mando del almuerzo de hoy, no podemos evitar que un frio nos pase por la espalda.

La combinación de alimentos imposible de la tía Magola es tan famosa que ya varios hemos tenido intoxicaciones alimentarias en el pasado. Algunos de nosotros incluso, hemos desarrollado alergias, pero nadie, nadie, ha osado decir algo sobre su particular cocina. Ella siempre le pone el corazón a sus excéntricas recetas, tal vez porque es una artista frustrada y en la cocina utiliza toda su imaginación para darle color a los platos que nos ofrece, sin que el sabor la perturbe.

La tía Pocha tiene una encarnizada pelea con mi hermana, otra vez por la historia de las fichas, se parecen tanto en el carácter que parecen madre e hija. La tía Pocha sale ganadora como siempre, sabemos que de otro modo, se habría parado de la mesa y se habría negado a jugar. Fiel a sí misma ha decidido que ella comenzará la partida. ¿Por qué las fichas están guardadas en una caja que almacena botones, hilos y hasta un metro de modistería?

Mis detestables fichas son de tamaños diferentes, algunas parecen haber sido mordidas por un primo más pequeño o por el perro, otras siquiera se mantienen estables en el tablero. Cuando es mi turno me doy cuenta que hay tres dados grandes con los que mis compañeras de juego han jugado la partida, en lugar de los dos reglamentarios, ellas lanzan los tres y escogen a su gusto lo que más les conviene como resultado, para avanzar y ganar.

Nunca he jugado así y me doy cuenta que si no quiero terminar de última me tocara hacer trampa también. Sin que se den cuenta he sacado mis cuatro fichas de la cárcel y he empezado a avanzar. Cuando la tía Magola descubre el engaño y haciendo uso de sus grandes dotes de moralizadora me saca del juego y me manda a verificar que su hermana esté avanzando en lo del almuerzo, hay hambre en las tropas.

Mi prima Sofía la mayor de todos los primos ha llegado y está midiéndose unas pijamas que doña Ruth le ha confeccionado especialmente. ¿En qué momento mi prima, la mayor, la más lista, se dejó convencer por esta viejecita que lo máximo que llega a hacer son manteles y eso porque los corta cuadrados?  Paradójicamente, hay un cuadrado de tela encima de la cama de la tía Clara, que parece preocupada porque el trabajo de doña Ruth termine por enojar a la prima mayor. Sofía es el “gancho” para que todos los demás nos animemos a comprarle las dichosas pijamas.

La hija de doña Ruth está a cargo del cuidado de nuestro gato Jacobo desde hace un par de días. Mi hermana ha ido previamente a darle una vuelta y se ha dado cuenta que ni agua le han puesto.

En fin, yo decidí obedecer e ir a ver qué es lo que nos está preparando la tía Magola. Al entrar a la cocina, veo los deliciosos patacones y al provocarlos siento las lágrimas subir a los ojos, ¡saben a huevo! No se supone que asistiéramos a un desayuno, ni a un Brunch.

Al lado opuesto de la enorme cocina, veo a la tía Magola revolviendo enérgicamente una sopa, a la que está agregando unos dos kilos de aceitunas marrones. Se me tuerce el estómago de solo pensar en esa particular y acida mezcla. ¡Aceitunas si, en la sopa no! Acompañadas por patacones que saben a huevo menos.

Decido ir a buscar a mi prima Sofía para contarle lo que he descubierto en la cocina a ver si se anima a que vayamos a dar una vuelta y de paso comemos algo antes de morir en el intento, pero ella sigue en su enredo de pijamas. Doña Ruth ha empezado a cortar los pantalones …

Publié par Mi vida en cuatro tiempos

Escribo para responder a la necesidad creativa de compartir reflexiones, aventuras y algunas historias personales. J'écris pour exprimer plein d'idées ou de réflexions qu’occupent ma tête quotidiennement. Ce Blog contient aussi quelques histoires personnelles.

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