Me enojé, lloré, estuve pensando por horas, y días, y noches, ¿cómo ponerle fin a algo que nunca empezó?
¿En qué momento se me olvidaron las reglas o simplemente decidí ignorarlas? Esas mismas reglas que repito sin cesar a quien quiera escucharlas y a quien no, también.
Se me olvidaron convenientemente en un momento de confusión, y de fin de otra historia casi paralela en la que me sentía cómoda, tal vez porque estaba bastante claro que no había nada que esperar de ella.
Ésta vez pensé que los dias del calendario marcados exclusivamente para ti, por ti, serían una nueva regla. El límite que me permitiría quedarme en mi lugar: apreciando, probando, dejando de lado todo lo que no me conviene.
Sin embargo, quise que hubiera más días, proyecté conversaciones, esperé que de alguna manera pudieras entregarme más tiempo de calidad.
¿Con qué fin? No muy claro porque tal vez has sido tú la unica persona con la que he sentido que pierdo de nuevo la confianza propia y con quien mis inseguridades vuelven a la superficie.
Erradicarte parecía la opción más simple. Lo intenté la primera vez, y encontré cierta oposición, y de alguna manera un camino de regreso a la razón. Una invitación a referirme a mis miedos y preocupaciones, a mis frustraciones y errores, una trampa en la que me envolví sola.
Volví a ti en una suerte de periodo de prueba que detesto y que me duele. No sé si sea porque odio la evaluación o si es por el carácter del evaluador, que no me llena de certezas. Tal vez sean ambas razones.
Desde entonces, siento que todo va como en el laberinto de un ratón que se acerca a su comida y en lugar de recompensa, recibe un electrochoque.
Me siento como en un experimento en el que se le castiga al ratón por querer algo que no puede/ debe desear, añorar, consumir.
El planning y el cansacio actúan como los electrochoques que me devuelven a la realidad que el científico controla.
Acercarse un poco, implica que se impondrá una distancia importante en un par de minutos, o de algunas horas. La conversación no lo es, porque el monólogo ocupa todo el espacio… ¿Cómo podría ser de otro modo si no parece haber interés en un intercambio ni epistolar, ni telefonico, ni real?
Quiero pensar que el calendario del científico es lo que define las trayectorias del ratón, pero luego pienso que al final solo está esperando a que el ratón termine por encontrar rápido y por sí solo la salida. Así no tendrá que justificar que lo dejó morir, que lo traumó con los electrochoques y sobretodo nadie podrá recriminarle su accionar, pues el ratón siempre tuvo la posibilidad de retirarse. Siempre hubo una salida, una alternativa.
Se olvida el científico de que el raton siente atracción, que tiene una necesidad y que requiere satisfacerla para estar bien. El ratón prueba otros quesos pero ninguno sabe igual a ese, ese por el que sigue recibiendo los electrochoques.
Pero ningún queso es tan irresistible, ni ningún corazón tan fuerte, cómo para soportar la indiferencia del científico durablemente, el ratón esta buscando incansablemente la salida, la misma puerta por la que entró hace meses.
The maze